martes, 7 de mayo de 2013


La otra cara de la reforma laboral de México


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La frase de un investigador universitario define la percepción de muchos mexicanos ante la recién aprobada reforma laboral: quienes pierden son los trabajadores.

El Senado de México aprobó por mayoría de votos una controvertida modificación a la Ley Federal del Trabajo, que por primera vez en 95 años permite, oficialmente, empleos de unas cuantas horas y no por jornadas completas; autoriza contratos a prueba y según especialistas facilita el despido de trabajadores.
Autoridades y grupos empresariales, en cambio, insisten que ahora será posible crear miles de nuevos empleos.
“Es sin duda una reforma laboral con rostro humano pues busca una protección más efectiva de los derechos de los trabajadores”, afirma la secretaria del Trabajo Rosalinda Vélez Juárez.
Pero el investigador de la Universidad Obrera de México, Marcos Tello, le dice a BBC Mundo que el efecto de la nueva ley será totalmente distinto a la versión oficial.
“Estimula todas las formas de trabajo informal porque debilita la contratación colectiva, uno de los principales mecanismos de defensa de los trabajadores”, explica. “Esta reforma pone en el centro el interés de los patrones”.
Las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo serán vigentes en cuanto el presidente Felipe Calderón firme el decreto que las promulgue.
Salarios
La reforma laboral tiene varios temas polémicos, como la posibilidad de que una persona pueda ser contratada por algunas horas o en jornadas discontinuas, es decir, en horarios flexibles.
También se autorizan contratos a prueba o de capacitación, que pueden durar desde un mes hasta medio año.
En caso de que el empresario decida no emplear a quienes mantuvo en prueba no está obligado a pagar indemnización alguna por sus servicios.
De acuerdo con la secretaria Vélez Juárez en todos los casos los patrones están obligados a pagar el salario mínimo y ofrecer prestaciones de seguridad social, incluso a quienes sólo laboren unas cuantas horas. Además, los trabajadores pueden negociar directamente el monto de su sueldo.
Los críticos de la reforma, como el senador Alejandro Encinas del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), dicen que es insuficiente.
Según las leyes actuales el sueldo debe ser “remunerador”, es decir que satisfaga las necesidades básicas de una familia pero en México el salario mínimo es, en promedio, de US$5 por una jornada de ocho horas.
Encinas afirma que la enmienda legal deja en libertad a los patrones de decidir el sueldo que ofrecen por un empleo. Y es parte del problema, completa el investigador Marcos Tello.
En el país existe una amplia sobreoferta de mano de obra, añade, y muchos desempleados estarían dispuestos a aceptar cualquier condición con tal de obtener un ingreso.
“Aumentará el número de personas contratadas temporalmente, pero es previsible que no suba el número de horas disponibles de trabajo”, explica.
Hay, además, un punto adicional en la polémica. Actualmente los trabajadores despedidos que ganan su reinstalación mediante un juicio tienen derecho a recibir el dinero equivalente a todos los salarios que debió recibir durante el tiempo del proceso.
La reforma laboral, en cambio, dice que sólo deberá pagarse el equivalente a un año de sueldo. Y en México, apunta Tello, los juicios laborales tardan, en promedio, 4,8 años en resolverse.
Sindicatos
Cambiar las leyes laborales de México es una vieja aspiración de partidos de derecha y grupos empresariales, e incluso una propuesta muy similar a la que ahora se aprobó fue presentada en 1994 al entonces presidente Ernesto Zedillo.
Desde entonces hubo al menos cinco intentos por flexibilizar el mercado laboral, pero las iniciativas no prosperaron por la oposición de los grandes sindicatos corporativos y la falta de apoyo de partidos políticos de oposición.
Ahora las condiciones fueron distintas pues la propuesta de reforma fue apoyada por el actual presidente Felipe Calderón, quien la envió al Congreso, y el presidente electo Enrique Peña Nieto.
Pero aún así el debate duró 71 días, y el texto finalmente aprobado no es el mismo que la iniciativa original.
Uno de los temas que no prosperó fue el conocido como “democracia sindical”, una serie de enmiendas para garantizar que los trabajadores elijan en voto secreto y mediante elecciones limpias a sus líderes gremiales.
La propuesta también incluía obligar a los sindicatos a informar el uso de sus finanzas, así como el derecho de los empleados de una empresa a conocer el nombre del sindicato al que están afiliados, algo que ahora ocurre en muy pocos casos según especialistas e investigadores.
Esta parte de la reforma no fue aprobada por completo. Según la enmienda legal ahora los líderes gremiales deben rendir cuentas cada seis meses durante una asamblea.
El senador Javier Lozano, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), afirma que insistirá en este tema, y en eso coincide la secretaria del Trabajo.
Más allá de la polémica, para el sector privado la reforma laboral fue una buena noticia. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani, dice que las modificaciones legales ayudarán a que el Producto Interno Bruto aumente 1,5%.
También combatirá la economía informal, asegura, uno de los mayores problemas del país. Según cifras oficiales, al menos 18 millones de personas están subempleadas, y otros siete millones de jóvenes no encuentran empleo. Casi la mitad de la Población Económicamente Activa de México.
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