El nuevo INEE
Carlos Ornelas
El secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet,
pidió a los miembros del Consejo Mexicano de Investigación Educativa que
le proporcionaran nombres de expertos con calidad intelectual y moral
para incluirlos en las cinco ternas que el presidente Peña Nieto
enviaría al Senado. 01/05/2013 03:30
En abril de 2002, el Senado de la República y la
Cámara de Diputados, con la participación de la SEP y la UNESCO,
organizaron el seminario Marco Normativo para la Calidad Educativa, con
el fin de perfilar lo que sería el Instituto Nacional para la Evaluación
de la Educación. En el foro participamos investigadores, funcionarios y
representantes de organismos civiles. El supuesto es que de esas
consultas y del trabajo de los poderes Ejecutivo y Legislativo saldría
una propuesta de ley para la creación del Instituto.
En mi ponencia propuse: “(el INEE) tiene el potencial de ser una institución que impulse la mejora de la educación, siempre y cuando se levante sobre bases sólidas… la cualidad más importante del INEE deber ser su autonomía frente al poder público e independiente del poder del SNTE”.
El ejercicio fue un fiasco. El presidente Fox y su secretario de Educación Pública, Reyes Tamez, ignoraron el Congreso, no hubo ley y mediante el decreto del 8 de agosto de aquel año, nació un INEE sin autonomía, con una Junta dependiente del secretario y con el SNTE colocado en posición de ejercer vetos. El nuevo INEE, autónomo y con personalidad jurídica propia tardó más de una década en aparecer y, de nuevo, las expectativas de mejoría afloran. Comparto el entusiasmo, pero mi suspicacia me hace guardar reservas.
La reforma al artículo 3º de la Constitución establece que: “Los integrantes de la Junta de Gobierno deberán ser personas con capacidad y experiencia en las materias de la competencia del Instituto y cumplir con los requisitos que establezca la ley…” Todavía no hay ley que establezca los requisitos, pero los integrantes de la Junta ya fueron designados.
El proceso de designación fue pulcro. El secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, pidió a los miembros del Consejo Mexicano de Investigación Educativa que le proporcionaran nombres de expertos con calidad intelectual y moral para incluirlos en las cinco ternas que el presidente Peña Nieto enviaría al Senado. No hubo sorpresas, los 15 integrantes de aquellas ternas son personas honorables e investigadores de reconocida calidad.
Los cinco designados: Eduardo Backhoff, Teresa Bracho, Gilberto Guevara, Sylvia Schmelkes y Margarita Zorrilla, reúnen las características que la futura ley les exigirá. Todos son diligentes, tienen dotes de liderazgo, disfrutan del respeto de sus colegas y experiencia en la política y evaluación educativas; además, con producción académica sobresaliente.
Los desafíos que el nuevo INEE y su flamante Junta de Gobierno tienen por delante son gigantescos. Si el Anteproyecto de la Ley General del Servicio Profesional Docente se aprueba en los términos que propone la SEP, la Junta tendrá que diseñar y expedir los lineamientos con el fin de que las autoridades educativas organicen los concursos de oposición para el ingreso al servicio docente y la promoción para ser directores de escuela o supervisores; las evaluaciones del desempeño de docentes, directores y supervisores; determinar los niveles de ejecución para esos actores; validar los estándares para diferentes tipos de entornos, diseñar los perfiles de los evaluadores, capacitar, acreditar, y vigilar la aplicación de las evaluaciones por las autoridades educativas para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio.
Cuatro de los cinco integrantes de la futura Junta de Gobierno tuvieron que ver con el viejo INEE; tienen experiencia, y eso cuenta a su favor; no habrá improvisación. Pero también se corre el riesgo de que quieran replicar en los nuevos tiempos los usos del viejo instituto, un ente académico alejado de la toma de decisiones. La reforma constitucional y las leyes que se avecinan le otorgan dientes al instituto y, si queremos que la educación mejore, más nos vale que los utilice.
Vislumbro al nuevo INEE como un organismo pujante, cuyo propósito principal sea diseñar y hacer evaluaciones con el fin de elaborar estrategias para mejorar el aprendizaje de los alumnos. El aprendizaje es una palabra que casi no aparece en los anteproyectos de ley. Eso alienta mi escepticismo.
Retazos
La CNTE acusa al secretario Chuayffet de violento. ¡Qué sentidos son sus dirigentes! Ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una declaración.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Carlos.Ornelas10@gmail.com
En mi ponencia propuse: “(el INEE) tiene el potencial de ser una institución que impulse la mejora de la educación, siempre y cuando se levante sobre bases sólidas… la cualidad más importante del INEE deber ser su autonomía frente al poder público e independiente del poder del SNTE”.
El ejercicio fue un fiasco. El presidente Fox y su secretario de Educación Pública, Reyes Tamez, ignoraron el Congreso, no hubo ley y mediante el decreto del 8 de agosto de aquel año, nació un INEE sin autonomía, con una Junta dependiente del secretario y con el SNTE colocado en posición de ejercer vetos. El nuevo INEE, autónomo y con personalidad jurídica propia tardó más de una década en aparecer y, de nuevo, las expectativas de mejoría afloran. Comparto el entusiasmo, pero mi suspicacia me hace guardar reservas.
La reforma al artículo 3º de la Constitución establece que: “Los integrantes de la Junta de Gobierno deberán ser personas con capacidad y experiencia en las materias de la competencia del Instituto y cumplir con los requisitos que establezca la ley…” Todavía no hay ley que establezca los requisitos, pero los integrantes de la Junta ya fueron designados.
El proceso de designación fue pulcro. El secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, pidió a los miembros del Consejo Mexicano de Investigación Educativa que le proporcionaran nombres de expertos con calidad intelectual y moral para incluirlos en las cinco ternas que el presidente Peña Nieto enviaría al Senado. No hubo sorpresas, los 15 integrantes de aquellas ternas son personas honorables e investigadores de reconocida calidad.
Los cinco designados: Eduardo Backhoff, Teresa Bracho, Gilberto Guevara, Sylvia Schmelkes y Margarita Zorrilla, reúnen las características que la futura ley les exigirá. Todos son diligentes, tienen dotes de liderazgo, disfrutan del respeto de sus colegas y experiencia en la política y evaluación educativas; además, con producción académica sobresaliente.
Los desafíos que el nuevo INEE y su flamante Junta de Gobierno tienen por delante son gigantescos. Si el Anteproyecto de la Ley General del Servicio Profesional Docente se aprueba en los términos que propone la SEP, la Junta tendrá que diseñar y expedir los lineamientos con el fin de que las autoridades educativas organicen los concursos de oposición para el ingreso al servicio docente y la promoción para ser directores de escuela o supervisores; las evaluaciones del desempeño de docentes, directores y supervisores; determinar los niveles de ejecución para esos actores; validar los estándares para diferentes tipos de entornos, diseñar los perfiles de los evaluadores, capacitar, acreditar, y vigilar la aplicación de las evaluaciones por las autoridades educativas para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio.
Cuatro de los cinco integrantes de la futura Junta de Gobierno tuvieron que ver con el viejo INEE; tienen experiencia, y eso cuenta a su favor; no habrá improvisación. Pero también se corre el riesgo de que quieran replicar en los nuevos tiempos los usos del viejo instituto, un ente académico alejado de la toma de decisiones. La reforma constitucional y las leyes que se avecinan le otorgan dientes al instituto y, si queremos que la educación mejore, más nos vale que los utilice.
Vislumbro al nuevo INEE como un organismo pujante, cuyo propósito principal sea diseñar y hacer evaluaciones con el fin de elaborar estrategias para mejorar el aprendizaje de los alumnos. El aprendizaje es una palabra que casi no aparece en los anteproyectos de ley. Eso alienta mi escepticismo.
Retazos
La CNTE acusa al secretario Chuayffet de violento. ¡Qué sentidos son sus dirigentes! Ya no se les puede tocar ni con el pétalo de una declaración.
*Académico de la Universidad Autónoma Metropolitana
Carlos.Ornelas10@gmail.com
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