CIUDAD DE MÉXICO (03/JUN/2013).- Sobre la explanada del Zócalo del Distrito Federal, Mario García Flores termina de repartir unos volantes, al tiempo que platica con las personas y les explica los motivos de su presencia. La de él, y también la presencia de cientos de maestros que viven bajo lonas y carpas en el corazón de la capital del país.
Es profesor y viene de Arteaga, Michoacán. Ahora es comisionado de gestión educativa de la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Sus compañeros preparan un periódico mural para recibir y explicarle a la gente el motivo de su presencia. Sobre ellos cae el peso de esa imagen negativa: mal evaluados, reprobados, revoltosos, corruptos y faltos de ética.
Es otro mundo. El de la resistencia, la disidencia magisterial. También el de la solidaridad. Algunos cocinan, soplan los anafres, sirven el café, recogen los platos desechables; otros reparten volantes, pegan fotografías, hablan con la gente.
Mario García aclara: “Dicen que nos oponemos a ser evaluados. Eso es falso. Donde nos oponemos es que esa evaluación está descontextualizada. Está hecha con una visión centralista, que no contempla a las comunidades indígenas, sus contextos reales”.
No todo es su culpa
Poca gente se anima a hablar con ellos y escucharlos. Son, gracias a las imágenes televisadas, los responsables de destrozos y desmanes, como lo acontecido en Chilpancingo.
Para el experto en sistema educativo nacional y catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Sergio Martínez Romo, “cuando hablamos de educación todo se centra en los profesores, como si ellos fueran los únicos responsables del sistema educativo en México, cuando en realidad este tema es muy amplio y complejo, no tan simplista como muestran los medios”.
La catedrática afirma que tras la Revolución Mexicana, la educación pública se convirtió en una prioridad para el país. “Era un proyecto social, afianzado aún más durante la expropiación petrolera, donde el Estado invirtió en la preparación de maestros, con el fin de forjar ciencia y tecnología nacional”.
Agrega que con el cambio económico y, sobre todo, con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) la educación pasó a tener miras empresariales. Ahora, con la reforma educativa lo que se pretende es que haya un mecanismo de privatización. Al abrir la posibilidad de contratar servicios de limpieza, computación, maestros de idiomas. Una forma de que el Estado se desentienda de sus responsabilidades para garantizar el derecho a la educación”.
García Flores, considera que si los maestros se movilizan es porque desde hace años la SEP ha dejado de ser corresponsable, incumpliendo con la Constitución en cuanto a educación se refiere.
“El Gobierno se quita esa responsabilidad de dar cumplimiento al Artículo 3, donde se expone que la educación es laica, obligatoria y gratuita. Es mentira que sea gratuita. Son los padres de familia, los alumnos y los maestros quienes ponemos materiales para erigir una escuela o mantenerla”.
El Artículo 73 es otro de los enconos del magisterio con el gobierno de Peña Nieto, el cual precisa el ingreso al servicio docente y la promoción de cargos con funciones de dirección o supervisión de la educación básica y media superior, mediante concursos de oposición; donde se fijarán términos, criterios y condiciones de la obligación obligatoria para el ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia en el servicio profesional.
Arriaga Lemus explica que mediante esta reforma al Artículo 73, se deja la puerta abierta para que cualquier persona pueda presentar examen y ocupar una plaza. No obstante, de que los profesores serán evaluados a través de los alumnos.
“Con esta evaluación, un maestro puede obtener su plaza, pero será evaluado cada cuatro años, con posibilidades a que pierda su trabajo base. Pero el problema no está en la evaluación, qué bueno que se haga… sino en que esta evaluación no evalúa pedagógica ni integralmente al maestro. Es una evaluación que no está avaluada. Hay que entender que la reforma educativa, no es educativa, es administrativa”.
Pone el ejemplo de una niña que vive en la sierra de Guerrero, que no habla castellano y que no conoce la ciudad. La misma prueba que contestará, será la misma que responda una niña del Distrito Federal. “Si a un niño se le pregunta sobre algo que no tiene en su entorno, ¿qué responderá? Su evaluación será mala, saldrá reprobado, y con él su maestro también”, acota García Flores.
Para el especialista en educación, Sergio Martínez, lotrascendental no es centrarse en que los maestros son los responsables de todo; sino en cambiar el modo de enseñanza en las escuelas a nivel básico, nedio y superior, “función que le corresponde la SEP; otra cosa es lo gremial, que le corresponde al SNTE, porque mientras no sigan claras las funciones de cada uno, nos toparemos con estos problemas”.
“Lo importante es, ahora, cambiar el rumbo de la enseñanza, hacer que los niños tengan criterio y cuestionen dentro y fuera de las aulas”.
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